Testimonio de Don Filippo Caiola, sacerdote a Trappeto-Sicilia-Italia

Soy Don Filippo Caiola, nunca hubiera pensado que la providencia me destinara, después de haber tenido experiencia pastoral por casi cinco años a Corleone y casi veinticinco años en Monreale, a guiar la comunidad parroquial de María Santísima Annunciata en Trappeto. El principio del servicio en esta parroquia no ha sido tan fácil, veterano de una buena experiencia vivida en la comunidad de la Inmaculada en Monreale donde he podido probar de ver redescubrir la fe en muchas personas gracias a la experiencia de camino neocatecumenal.

Las dificultades iniciales, como he dicho, no han sido pocos pero después de algunos meses se ha entrado en simbiosis con lo fieles que han probado un nuevo modo de vivir la realidad parroquial. Han pasado ya diez años desde el principio de este servicio en Trappeto, y alabo y doy gracias a Dios por los resultados que, con el tiempo, estàn empezando a madurar.

He crecido y me he formado a la sombra de comunidades religiosas, concretamente las Hijas de la Caridad de  San Vicente de Paul. En mi corazón de sacerdote he siempre deseado poder estar al servicio de alguna comunidad religiosa femenina. Cosa que el Señor me ha donado haciéndome capellán de las Hermanas del Verbo Encarnado  a Corleone y después en   alguna comunidad religiosa de Monreale.

Empezando el ministerio parroquial a Trappeto he acogido con agrado y como signo de la Providencia la presencia de las Hermanitas de la Anunciación, comunidad fundada por Madre María Berenice Duque Hencker. En estos  años he podido valorar el carisma de las hermanitas cuyo único recurso es la custodia a la Providencia y a S. José. He apreciado la espiritualidad pero sobre todo el servicio que en manera desinteresada ofrecen ayuda a quienes viven en la “periferia” por usar las indicaciones de Papa Francisco. Muy comprometidas en asistir a los enfermos y llevar el consuelo cristiano a todas las familias que han tenido la triste experiencia de perder un ser querido.

Presentes en la realidad de la parroquia per la catequesis y el ministerio extraordinario de la Comunión y punto de referencia por un grupo de mujeres voluntarias. La loro presencia es inestimable porque pueden ser cerca al pueblo con el carisma de Madre Berenice.

No puedo no declarar que para mi ha sido una revelación la figura y la obra de Madre Berenice. Para mi era una desconocida hasta hace diez años. Entre Ella y yo, tengo que confesar, se ha creado un profundo entendimiento espiritual. La tengo entre las personas más estimada de mi itinerario sacerdotal. He descubierto de tenerla cerca como alguien que te debe demostrar algo y puedo declarar que la siento al lado más que nunca y tenerla como una querida persona a la cual puedes recurrir y de la cual he probado la presencia y la asistencia.

En estos últimos meses la he sentido más cerca que nunca y si hoy estamos gozando de la presencia de las Hermanitas es seguramente por su intervención de lo alto, era seguro que se debían irse  de Trappeto. Ella quiere que sus hijas explicito otra vez su apostolado en la confiada esperanza de ver nacer también alguna bella vocación. He podido comprobar la profunda vocación de los Santos y entre ellos incluyo también a Ella, que ya podemos invocar con el titulo de Venerable y llegará si Dios quiere a Beata y a Santa.

 

Madre Berenice con su sencillez reitera con su vida “el punto alto” de la vida cristiana ordinaria (que es la santidad) cfr. NMI31, y con su testimonio reitera que hoy en día todos en la iglesia pueden realmente acceder a aquella “altura” que en el pasado se creía reservados a pocos y que esto es y será siempre más la realidad. Madre María Berenice entregó su tiempo a la oración, al silencio, a la humildad, al abandono a la cruz, en la luz del Espíritu Santo, entre los brazos del Padre, y con María, la sierva del Señor, en la fraternidad, en los pobres, en el dolor… el Concilio Ecuménico Vaticano II ha confirmado con fuerza que todos los cristianos “de cualquier estado o grado son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (L.G 40) y un teólogo de nivel de H.V Balthasar veía en la actuación de esta vocación universal a la santidad el verdadero secreto de renovación del Concilio. Muchos eventos y muchas carismas que Dios ha dado en las ultimas décadas han efectivamente hecho la santidad más accesible a todos y han demostrado vías y recursos por actuarla en las condiciones de la vida diaria.

La fundadora de las hermanita de la Anunciación con su fe ilimitada en el amor misericordioso de Dios es sin duda un hito en este proceso de santidad sobretodo en la importancia con la culminación de la voluntad de Dios como via de santidad abierta a todos, consenso como primacía de la caridad en la vida cristiana y la recuperación a la centralidad de la Eucaristía.

A noventa y cuatro años de edad ha podido valorar otra vez cuanto efímero y vacío sea todo esto que no es Dios. Ella dice que la humildad es el fundamento de la caridad, y la caridad nos enseña la humildad. La suya es una experiencia de “santidad comunitaria”


Padre Filippo Caiola

Parroco de Trappeto-Sicilia- Italia




 


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